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El experimento que desafió a la psiquiatría: cómo 8 personas sanas engañaron a los hospitales en 1973
En 1973, el psicólogo David Rosenhan ejecutó uno de los experimentos más polémicos y reveladores en la historia de la psiquiatría moderna.
Con el objetivo de cuestionar la validez de los diagnósticos en los hospitales psiquiátricos, Rosenhan reclutó a siete personas completamente sanas —entre ellos psicólogos, estudiantes, médicos y una ama de casa— para que se presentaran en distintas instituciones mentales de Estados Unidos fingiendo un único síntoma: escuchar voces que decían palabras como "vacío", "hueco" o "golpe".
Una vez admitidos, los pseudopacientes actuaron con total normalidad. No simularon más síntomas ni alteraron su comportamiento. Sin embargo, todos fueron diagnosticados con esquizofrenia o trastorno bipolar y permanecieron internados durante un promedio de 19 días. Uno de ellos fue retenido por 52 días.
Lo más impactante fue que, a pesar de comportarse como individuos completamente sanos, el personal hospitalario interpretaba cada acción dentro del marco de su diagnóstico. Frases normales como “tengo hambre” eran vistas como síntomas de ansiedad o paranoia.
Curiosamente, los únicos que sospecharon que los pacientes estaban fingiendo fueron algunos otros internos, quienes llegaron a decir cosas como: “Tú no estás loco. Eres periodista o científico”.
Repercusiones del estudio
El experimento, publicado bajo el título “On Being Sane in Insane Places”, generó un terremoto en el ámbito médico. Muchas instituciones sintieron que se había puesto en duda la fiabilidad de toda la psiquiatría. De hecho, un hospital que se sintió aludido retó a Rosenhan a repetir el experimento en sus instalaciones, prometiendo que podrían detectar a los pseudopacientes. Rosenhan aceptó... pero nunca envió a nadie. Aun así, el hospital identificó a 41 “falsos positivos”.
Este engaño mostró que incluso expertos podían diagnosticar erróneamente, dejando en evidencia que los juicios sobre la salud mental no siempre eran objetivos.
Un legado que aún se discute
Décadas después, el estudio de Rosenhan sigue siendo citado en debates sobre la ética, la estigmatización, y los métodos de diagnóstico en salud mental. Aunque ha sido objeto de críticas y controversias, nadie puede negar que abrió una conversación urgente sobre cómo tratamos la enfermedad mental y a quienes la padecen.
¿Fue una crítica necesaria o una trampa peligrosa? La respuesta sigue siendo debatida hoy.